Reencontrando el Primer Amor: Un Llamado al Arrepentimiento

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy meditamos en la conmovedora exhortación: "Recuerda, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes" (Apocalipsis 2:5). Estas palabras, dirigidas a la iglesia de Éfeso, son un llamado a la reflexión para cada uno de nosotros. ¿Hemos perdido el fervor inicial de nuestra fe? ¿Nos hemos dejado seducir por las comodidades del mundo, olvidando el amor ardiente que una vez sentimos por nuestro Salvador?

El amor por Cristo no es una emoción pasajera, sino un compromiso profundo que debe nutrirse constantemente. "Porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Mateo 12:34). Si nuestras acciones no reflejan el amor y la devoción que profesamos, debemos examinarnos a nosotros mismos. ¿Dónde están nuestras prioridades? ¿Hemos descuidado la oración, el estudio de la Palabra, la comunión con otros creyentes? El alejamiento del primer amor se manifiesta en la tibieza espiritual, una condición grave que Dios aborrece: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:15-16).

Pero la buena noticia es que hay esperanza. Dios es un Dios de amor y misericordia, siempre dispuesto a recibir al pecador arrepentido. "Porque si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). El arrepentimiento implica un cambio radical en nuestra actitud y acciones. Debemos volver a las "primeras obras", a esa entrega incondicional y ese fervor inicial que caracterizaba nuestra relación con Cristo. Esto requiere un compromiso personal de buscar Su rostro a través de la oración ferviente, el estudio diligente de Su Palabra, la participación activa en la comunidad de la fe y el servicio abnegado a los demás. "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis" (Jeremías 29:11).