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La Concupiscencia: Un Enemigo Oculto

La Concupiscencia: Un Enemigo Oculto
La Naturaleza de la Concupiscencia
La concupiscencia, según las Escrituras, no es simplemente un deseo intenso, sino una inclinación pecaminosa inherente a nuestra naturaleza caída. Romanos 7:7-8 nos dice: "¿Qué diremos, pues? ¿Hay injusticia en Dios? De ningún modo. Porque él dice a Moisés: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia." Este pasaje nos muestra que nuestro deseo natural se inclina hacia el mal, aun antes de que actuemos sobre él. Es una fuerza poderosa que nos aleja de Dios.
Santiago 1:14-15 nos advierte: "Pero cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
Las Manifestaciones de la Concupiscencia
La concupiscencia se manifiesta de diversas maneras, a menudo sutiles y engañosas. Puede presentarse como un anhelo inmoderado por posesiones materiales (1 Timoteo 6:10), una sed insaciable de poder (1 Timoteo 3:1), o una obsesión con los placeres sensuales (Gálatas 5:19-21). Es importante discernir sus manifestaciones en nuestra propia vida, reconociendo que puede disfrazarse de deseos aparentemente inocentes.
Mateo 5:28 nos advierte: "Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."
La Lucha Contra la Concupiscencia
La victoria sobre la concupiscencia no se logra por nuestra propia fuerza, sino a través de la gracia de Dios. Filipenses 4:13 nos anima: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." Debemos buscar activamente la fortaleza en Él, a través de la oración, el estudio de la Biblia y la comunión con otros creyentes.
1 Corintios 10:13 nos promete: "Ninguna tentación os ha sobrevenido que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
Hermanos y hermanas, la concupiscencia es un enemigo real y peligroso, pero no es invencible. Con la ayuda de nuestro Señor Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, podemos resistir sus tentaciones y caminar en la libertad que Dios nos ofrece. No perdamos la esperanza; la victoria es posible a través de la fe y la sumisión a la voluntad divina.
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