La Fe: Un Don y una Decisión

Hermanos y hermanas en Cristo, la fe no es simplemente creer en algo; es una confianza profunda e inquebrantable en Dios, basada en su revelación en Jesucristo y confirmada por el poder del Espíritu Santo. Hebreos 11:1 nos dice: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."

Esta fe no es una creencia pasiva, sino una respuesta activa al llamado de Dios. Es recibir la verdad de su palabra con el corazón y manifestarla en nuestra vida. Como dice Romanos 10:17: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."

La fe genuina produce frutos visibles en nuestra vida. No es una fe muerta, sino una fe activa que se manifiesta en obediencia a Dios, en amor al prójimo y en perseverancia ante las dificultades. Gálatas 5:22-23 nos enumera los frutos del Espíritu, que son el resultado natural de una vida guiada por la fe: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."

Santiago 2:26 enfatiza la importancia de las obras como evidencia de nuestra fe: "Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta."

La fe no es algo que se recibe una sola vez y ya está; requiere cultivo continuo. Debemos alimentar nuestra fe a través de la oración, el estudio de la Biblia, la comunión con otros creyentes y la obediencia a la voluntad de Dios. 1 Pedro 2:2 nos exhorta a "desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación."

Recuerda que la fe es un regalo de Dios, pero también una decisión que debemos tomar diariamente. Filipenses 4:13 nos anima: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."