"Dame, pues, este monte del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel tiempo que los anaceos estaban allí, y ciudades grandes y fortificadas; quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho." (Josué 14:12). Este verso revela el deseo ardiente de Caleb por la tierra prometida, un deseo nacido de su confianza en Dios. No era un deseo egoísta, sino una manifestación de su fe en la promesa divina. Salmo 37:4 dice: "Deléitate asimismo en Jehová, y él te dará las peticiones de tu corazón."