Jesús declara explícitamente su unidad con el Padre (v. 30), una afirmación que provoca la indignación de los judíos. Esta unidad no es simplemente una unión espiritual, sino una unidad ontológica, una misma esencia. Como dice Juan 1:1, "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios."
La respuesta de los judíos, intentando apedrear a Jesús (v. 31), demuestra la dificultad de aceptar la divinidad de Cristo. Su obra y palabras desafiaban sus preconceptos religiosos y su orgullo. Su rechazo refleja el corazón humano que resiste la soberanía de Dios.