El engaño tuvo su origen en la desobediencia, en el orgullo y la rebelión contra Dios. La serpiente, instrumento del maligno, engañó a Eva en el Jardín del Edén, seduciéndola con promesas falsas y tergiversando la palabra de Dios (Génesis 3:1-6). Este acto inicial marcó el comienzo del pecado y la muerte en el mundo, demostrando la destructiva naturaleza del engaño.