El resultado de buscar la amistad del mundo es la enemistad con Dios. No es una simple incompatibilidad, sino una abierta confrontación. Es una decisión consciente de aliarse con las fuerzas opuestas a la voluntad divina. ¿Cómo podemos afirmar amar a Dios y al mismo tiempo amar las cosas que Él condena?
1 Juan 2:15-17 nos advierte: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre." Es una elección, una postura que debemos evaluar constantemente.