Sin embargo, el encuentro de Onésimo con el apóstol Pablo en Roma marca un punto de inflexión en su vida. En este encuentro, Onésimo no solo conoció la libertad física, sino que experimentó una transformación espiritual profunda, nacida del conocimiento de Jesucristo. Pablo, un prisionero por el evangelio, se convirtió en un instrumento de la gracia divina en su vida, transformando su corazón. Romanos 10:17: ?Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.?