De Generación en Generación: La Fidelidad de Dios

Hermanos y hermanas en Cristo, recordemos la promesa inquebrantable de Dios, transmitida de generación en generación. En Génesis 17:7, leemos: "Y estableceré mi pacto entre mí y ti y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti." Esta promesa no es efímera, sino una garantía divina de su amor inagotable y su fidelidad incondicional a través del tiempo.

Deuteronomio 6:6-7 nos exhorta: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes." La fe no es algo estático, sino una antorcha que debemos pasar a las futuras generaciones. Es nuestra responsabilidad compartir la verdad del Evangelio con nuestros hijos, nietos y a todos aquellos a quienes Dios nos acerca, asegurando que su legado continúe brillando.

Salmo 78:4-7 nos recuerda: "No lo encubriremos a sus hijos, haciendo saber a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su poder, y las maravillas que hizo. Porque estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres, que la hiciesen saber a sus hijos; para que la generación siguiente la conociese, y los hijos que habían de nacer; para que se levantasen y se la contasen a sus hijos." La obediencia a Dios no es una opción, sino un compromiso que debemos transmitir a través de las generaciones. Debemos ser un ejemplo viviente de la fe en acción para inspirar a quienes nos rodean.

Isaías 40:8 nos da consuelo y esperanza: "Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre." La fidelidad de Dios es inmutable, su amor incondicional permanece a través de las generaciones. Aun en medio de las tribulaciones, podemos confiar en su promesa eterna de salvación y de un futuro glorioso con Él.