Hermanos y hermanas en Cristo, hoy meditamos sobre la grandeza y singularidad de nuestro Dios, un tema profundamente explorado por el Obispo Melitón de Sardes, quien con firmeza defendió la unicidad de Dios contra las herejías de su tiempo. Su testimonio resuena con el clamor del Antiguo Testamento: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deuteronomio 6:4). Este versículo, piedra angular de nuestra fe, nos recuerda la indivisible naturaleza de la Deidad, un solo Dios en tres personas, un misterio que excede nuestra comprensión humana, pero que se revela en la gloriosa revelación divina.