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La Unicidad de Dios: Un Mensaje de Melitón y la Sagrada Escritura

La Unicidad de Dios: Un Mensaje de Melitón y la Sagrada Escritura
La Incomparabilidad Divina
Hermanos y hermanas en Cristo, hoy meditamos sobre la grandeza y singularidad de nuestro Dios, un tema profundamente explorado por el Obispo Melitón de Sardes, quien con firmeza defendió la unicidad de Dios contra las herejías de su tiempo. Su testimonio resuena con el clamor del Antiguo Testamento: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deuteronomio 6:4). Este versículo, piedra angular de nuestra fe, nos recuerda la indivisible naturaleza de la Deidad, un solo Dios en tres personas, un misterio que excede nuestra comprensión humana, pero que se revela en la gloriosa revelación divina.
La Imposibilidad de un Dios Plural
Melitón, al refutar las ideas paganas de una multiplicidad de dioses, se alineaba con la verdad revelada en Isaías 45:5: "Yo soy Jehová, y ninguno más; fuera de mí no hay Dios." Este pasaje, contundente y sin ambigüedades, establece la soberanía absoluta e inigualable de nuestro Dios. No hay dioses falsos, no hay poderes superiores a Él. Su creación, su providencia y su juicio son únicos, emanando de la fuente misma de la existencia. La idea de dioses múltiples es una distorsión de la realidad divina, una creación de la mente humana lejos de la verdad revelada.
La Unicidad de Dios en la Creación
La creación misma proclama la unicidad de Dios. Salmo 19:1 nos dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos." La majestad del universo, la armonía de la naturaleza, la complejidad del ser humano, todo esto testifica de un Creador único, infinitamente poderoso y sabio. Melitón comprendió esto profundamente, reconociendo en la obra de Dios la evidencia innegable de su singularidad y grandeza. Este orden, esta belleza y esta complejidad, no pueden ser el resultado de una pluralidad de deidades discordantes, sino de un único e inteligente Diseñador.
La Adoración Exclusiva a Dios
El Antiguo Testamento repetidamente advierte contra la idolatría, la adoración de falsos dioses. Éxodo 20:3 declara: "No tendrás dioses ajenos delante de mí." Esta prohibición, fundamental para el pacto con Dios, refleja la necesidad de una adoración exclusiva, dirigida únicamente al único Dios verdadero. Melitón, en su defensa de la unicidad de Dios, estaba defendiendo la pureza de la adoración, protegiendo al pueblo de la tentación de adorar a seres inferiores e indignos de tal honor. Nuestra adoración debe ser concentrada, enfocada en la única fuente de nuestra salvación.
En conclusión, hermanos y hermanas, la defensa de Melitón por la unicidad de Dios resuena poderosamente con la verdad revelada en la Sagrada Escritura. Reconozcamos la grandeza incomparable de nuestro Dios, adoremos solo a Él y defendamos la pureza de nuestra fe contra toda herejía que niegue su singularidad y soberanía. Que la verdad de su unicidad ilumine nuestros corazones y guíe nuestros pasos en el camino de la justicia.
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