La Rendija de la Entrega: Un Estudio sobre "Yo Entrego"

Hermanos y hermanas, la frase "Yo entrego" resuena con un significado profundo, un eco de la sumisión completa a la voluntad de Dios. No se trata simplemente de una renuncia pasiva, sino de un acto de fe activa, un entregar nuestro ser, nuestras posesiones, nuestras preocupaciones, a Aquel que conoce el fin desde el principio. Como dice Proverbios 3:5-6: "Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas."

Observemos la vida de Abraham, quien entregó a su amado hijo Isaac en obediencia a Dios (Génesis 22:1-14). Este acto extremo de entrega, aunque doloroso, demuestra la fe inquebrantable y la confianza absoluta en el plan divino. También consideremos la entrega de Jesús mismo en la cruz (Filipenses 2:5-11), el sacrificio supremo por la redención de la humanidad. Su entrega, su obediencia hasta la muerte, es el ejemplo máximo de rendición a la voluntad del Padre.

Entregar nuestras vidas a Dios no es una pérdida, sino una ganancia. En Romanos 8:28 se nos promete: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." La paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7), la guía divina (Salmo 32:8), y la liberación del peso de la ansiedad y preocupación son frutos de una entrega genuina.

Hermanos, ¿qué áreas de nuestras vidas estamos reteniendo? ¿Qué apegos, miedos o ambiciones nos impiden entregar completamente nuestro corazón a Dios? Hoy, hagamos un compromiso de entregar todo a Dios, confiando en su perfecta voluntad y en su amor infinito. Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de entrega incondicional, reflejando la perfecta entrega de nuestro Señor Jesucristo.