Los Tres Sueños de José: Una Revelación Divina

Los sueños de José, relatados en Génesis 37, no fueron simples fantasías infantiles, sino mensajes proféticos de Dios, prefigurando su futuro y el propósito divino en su vida. Observemos cómo el Señor ya estaba preparando a José para un liderazgo excepcional, aun en medio de la adversidad. "Y tuvo José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos le aborrecieron aún más." (Génesis 37:5). Este primer sueño, con los gavillas inclinándose ante la suya, prefiguraba su autoridad futura sobre su familia.

El segundo sueño, aún más impactante, revelaba una sumisión completa a José por parte de sus padres y hermanos: "Y tuvo aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño; y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban ante mí." (Génesis 37:9). Esto no solo apuntaba a la prominencia de José, sino también a la obra redentora de Dios, a través de su descendencia. "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis." (Jeremías 29:11) Dios tenía un plan perfecto para José, aun cuando sus hermanos lo rechazaran.

José no entendía completamente el significado de sus sueños, pero Dios sí. La revelación de estos sueños no solo predecía su exaltación, sino que también prefiguraba el sufrimiento y la prueba que enfrentaría antes de alcanzar su destino. La interpretación de los sueños por parte de José, posteriormente en Egipto, muestra la sabiduría y el favor divino que Dios le había concedido. "Porque el SEÑOR Dios no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7). Dios comunica Sus planes, a menudo a través de medios inesperados y difíciles de comprender.

A pesar de la envidia y el rechazo de sus hermanos, la fidelidad de José a Dios y su disposición a vivir según la voluntad divina lo prepararon para su futuro. Aunque sus sueños inicialmente causaron conflicto y sufrimiento, finalmente se cumplieron. Este testimonio nos recuerda la importancia de la obediencia a Dios, incluso cuando las circunstancias son adversas. "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará." (Salmos 37:5) Dios es fiel en cumplir Sus promesas, incluso si el camino es largo y difícil.