El sábado no es simplemente un día de descanso, sino un recordatorio constante de la obra creadora de Dios. "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó" (Éxodo 20:11). Es una celebración de la culminación de la creación, un testimonio de la soberanía divina sobre toda la creación. Además, el sábado prefigura el descanso que encontraremos en Cristo, el descanso eterno que Dios promete a todos los que creen en su nombre. "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo 7:13-14).