La muerte al pecado es solo el primer paso. Romanos 6:11 así lo confirma: "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". La resurrección de Cristo nos da una nueva vida, una vida caracterizada por el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Es una vida de libertad, una vida dedicada al servicio de Dios y a la edificación del reino de los cielos. Dejemos que la gracia de Dios nos transforme y nos permita vivir una vida agradable al Señor.