El Nuevo Nacimiento en Juan 3

En Juan 3, encontramos a Nicodemo, un respetado líder religioso, que se acerca a Jesús de noche. Su pregunta, "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?", revela su incomprensión de la naturaleza espiritual del reino de Dios. Jesús, en su infinita sabiduría, responde con una verdad fundamental: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5). Este encuentro destaca la necesidad de un cambio radical, una transformación espiritual que va más allá de la comprensión humana.

Jesús no se refiere a un renacimiento físico, sino a un nuevo nacimiento espiritual. Él explica, "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3:6). Esto enfatiza la diferencia entre la naturaleza humana, corrompida por el pecado, y la nueva naturaleza recibida a través del Espíritu Santo. Este cambio no es un proceso gradual, sino una regeneración completa, obra del poder divino. Es una obra de gracia, un don inmerecido otorgado por Dios a quienes creen en su Hijo.

Jesús continúa diciendo: "No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo" (Juan 3:7). La sorpresa de Nicodemo refleja la incomprensión del mundo ante la necesidad de este nuevo nacimiento. La salvación no se logra por nuestros propios esfuerzos, sino por la fe en Jesucristo, quien, como afirma en Juan 3:16, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". La cruz de Cristo es el instrumento de esta nueva creación, donde el pecado es perdonado y la vida eterna es concedida.

El capítulo 3 de Juan concluye con la afirmación del amor incondicional de Dios. Este amor se extiende a toda la humanidad, sin importar su posición social o religiosa. El versículo 16 expresa la magnitud de este amor sacrificial, un amor que dio a su Hijo para la redención del mundo. Este amor es el fundamento del nuevo nacimiento, el motor que impulsa la transformación espiritual y el comienzo de una vida nueva en Cristo. Aceptar este amor, confiar en la obra redentora de Jesús, es esencial para experimentar este nuevo nacimiento.