La lepra, como se describe en el Antiguo Testamento, era una enfermedad terrible, que causaba una separación física y social. Levítico 13 detalla la enfermedad minuciosamente, resaltando su naturaleza contagiosa y devastadora. Esta enfermedad representaba una imagen poderosa del pecado en la vida del creyente: aislamiento, dolor, y separación de Dios (Isaías 1:5-6).