Hermanos y hermanas en Cristo, Isaías 55:10-11 nos presenta una promesa gloriosa de nuestro Dios, una promesa tan firme como la palabra misma de Dios. Dice así: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come; así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié."