Jesús se identifica como la luz del mundo (Juan 8:12), disipando las tinieblas del pecado y la ignorancia. Él es la luz que guía nuestros pasos, iluminando el camino hacia la salvación. Asimismo, en Juan 11:25, Jesús declara: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá". Aquí, Él se revela como el dador de vida eterna, ofreciendo la esperanza de la resurrección a todos los que creen en Él. Su poder no se limita a lo terrenal, sino que abarca la vida eterna en su reino.