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Vivir lo que Predicamos: La Incongruencia entre la Palabra y la Acción

Vivir lo que Predicamos: La Incongruencia entre la Palabra y la Acción
La Llamada a la Santidad
Hermanos y hermanas en Cristo, ¿de qué sirve predicar la belleza del Evangelio si nuestras vidas no reflejan su poder transformador? Santiago 1:22 nos advierte: "Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos". No podemos ser meros oyentes pasivos, sino activos participantes en la obra de Dios.
Mateo 5:16: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Nuestras vidas deben ser un testimonio vivo de la fe que profesamos, un faro que guía a otros hacia la luz de Cristo.
La Hipocresía: Un Obstáculo al Evangelio
La hipocresía, la discrepancia entre lo que decimos y lo que hacemos, es un gran obstáculo para el avance del reino de Dios. Mateo 23:3 nos advierte contra la hipocresía de los escribas y fariseos: "Todo lo que os digan, hacedlo y guardadlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen". Debemos evitar la trampa de la religiosidad vacía.
1 Pedro 2:12: "Mantened buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación por vuestras buenas obras, las cuales han contemplado". Nuestras acciones deben callar las bocas de aquellos que critican a los cristianos.
El Fruto del Espíritu: Evidencia de una Vida Transformada
Gálatas 5:22-23 nos describe el fruto del Espíritu: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Si verdaderamente hemos experimentado la transformación del Espíritu Santo, este fruto se manifestará en nuestras vidas diarias.
Juan 13:35: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". El amor incondicional, la compasión y el servicio a los demás son evidencias innegables de una vida transformada por Cristo.
En conclusión, hermanos, no podemos separar la predicación de la práctica. Vivir lo que predicamos no es una opción, sino una obligación para todo aquel que se llama cristiano. Que nuestras vidas sean un reflejo fiel de la gracia y el amor de nuestro Señor Jesucristo, para que así glorifiquemos a Dios en todo lo que hacemos y seamos luz en este mundo necesitado de esperanza.
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Integridad
Testimonio
Acción
Transformación
Amor
Obediencia
Evangelio
Hipocresía
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