Nacer de Nuevo: Un Nuevo Comienzo en Cristo

Hermanos y hermanas en Cristo, ¿os habéis preguntado alguna vez por qué, a pesar de nuestros esfuerzos, a veces luchamos contra el pecado? Es porque nuestra naturaleza pecaminosa, heredada de Adán, nos separa de Dios. Como dice Romanos 3:23: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". No podemos salvarnos a nosotros mismos mediante nuestras propias obras. Necesitamos un cambio radical, una transformación espiritual que solo Dios puede realizar.

Este cambio radical es lo que Juan 3:3 describe como "nacer de nuevo". Jesús no se refiere a un renacimiento físico, sino a una regeneración espiritual, un nuevo comienzo en nuestra relación con Dios. Jesús dijo a Nicodemo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5). Este "nacer del agua y del Espíritu" es un acto soberano de Dios, un regalo de Su gracia inmerecida, no algo que podemos lograr por nuestra propia voluntad.

El nuevo nacimiento no es simplemente un cambio emocional o intelectual; es una transformación profunda que se manifiesta en nuestra vida. Gálatas 5:22-23 enumera el fruto del Espíritu: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Cuando nacemos de nuevo, el Espíritu Santo comienza a obrar en nosotros, produciendo estas características en nuestra vida, transformando nuestros pensamientos, acciones y deseos. Esto no ocurre de la noche a la mañana, es un proceso continuo de crecimiento y santificación.

Queridos hermanos, si aún no habéis experimentado este nuevo nacimiento, os invito a que os acerquéis a Dios con un corazón humilde y arrepentido. Reconoced vuestra necesidad de Su gracia y pedidle que os lave con la sangre de Jesús. Como dice Apocalipsis 21:4: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron". Recibid el regalo de la vida eterna a través de la fe en Jesucristo.