Hermanos y hermanas, la ceguera espiritual es una condición peligrosa, descrita en 2 Corintios 4:4 como "el dios de este siglo [que] cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca el evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios". No es una falta física de visión, sino una incapacidad de percibir la verdad divina, de reconocer la obra de Dios en nuestras vidas y en el mundo. Se manifiesta en una apatía espiritual, una indiferencia hacia las cosas de Dios. Es un rechazo a la luz del evangelio.
Observemos también Mateo 13:14-15: "Y en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane." Este pasaje ilustra la resistencia voluntaria a la verdad divina, una ceguera autoimpuesta que se manifiesta en la terquedad del corazón.