Génesis 1:27 declara: "Creó, pues, Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Esta imagen divina no se refiere a una semejanza física, sino a la capacidad del hombre para reflejar los atributos de Dios: amor, justicia, sabiduría, santidad. El varón perfecto, por lo tanto, no es un ideal inalcanzable, sino una aspiración a la semejanza con Cristo, nuestro Salvador.