En la muerte, la brecha entre el rico y Lázaro se hace insalvable. El rico, en su tormento, suplica a Abraham: "Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en esta llama." (Lucas 16:24). Pero la respuesta de Abraham es definitiva: "Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, lo malo; y ahora éste es consolado aquí, y tú eres atormentado." (Lucas 16:25).
Esta frase clave, "acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida", es un llamado a la reflexión. No se trata solo de la acumulación de riquezas materiales, sino del uso que hacemos de ellas. ¿Compartimos nuestras bendiciones? ¿Ayudamos a los necesitados? La parábola nos advierte del peligro de priorizar la riqueza material por encima de la compasión y la justicia.