El versículo de 2 Timoteo 1:7 también menciona el amor y el dominio propio. El amor, nacido del Espíritu Santo, nos capacita para amar a nuestros enemigos, para perdonar y para mostrar compasión incluso en situaciones difíciles. El dominio propio, por su parte, nos permite controlar nuestras emociones y reacciones, evitando actuar impulsivamente por miedo o inseguridad. Galatas 5:22-23 nos habla del fruto del Espíritu: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Es en este fruto que encontramos la verdadera valentía.