Éxodo 33:11 nos revela una verdad profunda sobre la relación entre Dios y su pueblo: "Y Jehová hablaba a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero". Esta frase no describe una interacción literal y física, sino una intimidad excepcional, una comunicación cercana y personal que Dios otorgó a Moisés. Es un reflejo del anhelo del corazón humano por la cercanía divina, una sed que solo Dios puede saciar. Consideremos la profundidad de esta relación: un diálogo íntimo, directo, sin intermediarios, una comunión espiritual incomparable.