1 Pedro 3:7 nos instruye a los maridos: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo." Este pasaje no habla de debilidad física, sino de una delicadeza que requiere de respeto, comprensión y consideración.
Efesios 5:25-28 complementa esta enseñanza: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha." El amor de Cristo por la Iglesia es el modelo para el amor del esposo por su esposa. Este amor es sacrificado, puro y protector.