La prosperidad material, el éxito en los negocios, la salud física? estas bendiciones, aunque otorgadas por Dios, pueden nublar nuestro juicio y alejarnos de Él. Proverbios 30:8-9 nos advierte: "Aparta de mí la vanidad y la palabra mentirosa; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario, para que no me sacie y te niegue, y diga: "¿Quién es el Señor?" o que, reducido a la pobreza, hurte y profane el nombre de mi Dios." La bendición se vuelve maldición cuando la utilizamos para alimentar nuestro orgullo, nuestra codicia y nuestra autosuficiencia, olvidando que todo viene de la mano de Dios.