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Elevando Nuestros Ojos al Señor: Salmo 121 y Colosenses 3:1-4

Elevando Nuestros Ojos al Señor: Salmo 121 y Colosenses 3:1-4
La Seguridad del Creyente en el Salmo 121
Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 121 nos ofrece un bálsamo consolador para el alma atribulada. Es una canción de ascensión, un himno de confianza absoluta en la protección divina. "Alzo mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra." (Salmo 121:1-2). Este versículo establece la base de nuestra seguridad: no en nosotros mismos, ni en las circunstancias, sino en el Señor, el Creador de todo. No importa las dificultades que enfrentemos, la promesa de Dios de protección permanece firme. "No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda." (Salmo 121:3). Él vela por nosotros, nos sostiene y nos preserva del mal. El salmista continúa enfatizando la naturaleza inmutable de la protección divina, culminando en la declaración final: "Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma." (Salmo 121:7). Este es un llamado a la tranquilidad y a la confianza plena en la soberanía de Dios.
La Renovación de la Mente en Colosenses 3:1-4
Pero, ¿cómo respondemos a esta promesa divina? Colosenses 3:1-4 nos proporciona la clave: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra; porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria." (Colosenses 3:1-4). Aquí el apóstol Pablo nos exhorta a una transformación radical, una renovación de nuestra mente. Debemos fijar nuestra mirada en las cosas celestiales, en Cristo, dejando atrás los deseos terrenales que nos apartan de Dios. Este cambio de enfoque, esta "muerte" a nuestro yo antiguo, es fundamental para experimentar plenamente la protección y la bendición del Señor. Es un proceso de morir al pecado y vivir para Cristo, reconociendo que nuestra verdadera vida está en Él, escondida con Él en Dios.
En conclusión, el Salmo 121 y Colosenses 3:1-4 se complementan maravillosamente. El salmo nos asegura la protección de Dios, mientras que Colosenses nos muestra cómo vivir a la altura de esa promesa, a través de la renovación de nuestra mente y el enfoque en las cosas de arriba. Debemos elevar nuestros ojos al Señor, confiando plenamente en Su cuidado y buscando vivir una vida que refleje Su gracia y amor. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús.
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Colosenses 3:1-4

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