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Dios Llama a Través de lo Inesperado: El Fuego de la Zarza

Dios Llama a Través de lo Inesperado: El Fuego de la Zarza
La Zarza Ardiente: Un Encuentro Divino
Hermanos y hermanas, la historia de Moisés y la zarza ardiente en Éxodo 3 nos revela una verdad profunda sobre la naturaleza de la llamada de Dios. No siempre llega en un susurro suave, sino a veces en medio del fuego, del caos, de lo que parece imposible. Dios se manifiesta en la zarza que ardía sin consumirse, un símbolo de Su presencia poderosa y consumidora, pero también de Su gracia y protección. "Y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía." (Éxodo 3:2).
Moisés: Un Hombre Inesperado, Un Llamado Inesperado
Moisés, un pastor humilde, lejos de la gloria del faraón, fue el elegido. Dios llama no a los poderosos del mundo, sino a menudo a aquellos que se consideran indignos. Su reacción de asombro, "Me acercaré para ver esta gran visión, por qué no se quema la zarza," (Éxodo 3:3) refleja la nuestra ante la grandeza de Dios. El Señor nos llama incluso en nuestras dudas e incertidumbres. "Porque yo soy Jehová tu Dios" (Éxodo 3:6). Dios se revela a sí mismo, mostrando Su nombre y Su poder.
Responder al Llamado: Obediencia y Fe
La respuesta de Moisés fue de humildad y obediencia, aun con miedo. Dios le encomendó una tarea aparentemente imposible: liberar a Su pueblo de la esclavitud. "Y ahora, ven, te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel" (Éxodo 3:10). Dios nos llama a la acción, a la obediencia, aunque el camino pueda parecer difícil. La fe es crucial, creer en la promesa de Dios incluso cuando no vemos la solución inmediata. "Y dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y para que saque de Egipto a los hijos de Israel?" (Éxodo 3:11) Moisés, como muchos de nosotros, cuestiona su capacidad, pero Dios lo empodera.
La Zarza Hoy: Reconociendo la Voz de Dios
La zarza ardiente nos recuerda que Dios sigue llamando. Su voz puede manifestarse en circunstancias inesperadas, a través de personas, eventos, o incluso en el silencio profundo de nuestro ser. Debemos estar atentos, con un corazón receptivo, dispuestos a escuchar Su llamado, aunque parezca imposible o fuera de nuestro entendimiento. "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mateo 18:20). Dios está presente, nos escucha y nos guía.
Hermanos y hermanas, escuchemos atentamente la voz de Dios. Puede que no sea una zarza ardiendo, pero sea cual sea su manifestación, respondamos con fe y obediencia, sabiendo que Él nos guía y nos fortalece en nuestro camino. Amén.
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