1 Corintios 3:11-15 nos recuerda que nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es Jesucristo. Sobre este fundamento, debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas — virtudes como la fe, la esperanza, el amor, la paciencia, la bondad, etc. — para construir una vida que perdure para la eternidad.