Hermanos y hermanas, la historia de la mujer samaritana en Juan 4 nos revela la profunda sed espiritual que habita en el corazón humano. Jesús, fatigado del viaje, se sienta junto al pozo de Jacob, un lugar de encuentro, pero también un lugar de marginación social para una mujer samaritana. Su encuentro no fue casual; Jesús conocía su pasado, sus seis maridos y su actual compañero. Sin embargo, en lugar de juzgarla, Él le ofrece "agua viva" (Juan 4:10), un agua que sacia la sed eterna del alma, una sed que el agua física del pozo no puede apagar.