Hermanos y hermanas en Cristo, el salmista David, en medio de la adversidad, expresa un anhelo profundo: "Una cosa he pedido a Jehová, y ésa buscaré; que habite yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." (Salmo 27:4). Este versículo nos revela la prioridad suprema de David: no riquezas, no poder, sino la presencia constante de Dios. Es un anhelo que debe resonar en nuestros corazones también. Busquemos la morada de Dios, no solo en los edificios de la iglesia, sino en la intimidad de nuestra relación con Él. Contemplemos Su hermosura, la grandeza de Su amor y Su poder, manifestados en Su creación y en Su palabra.