La ansiedad, ese peso constante en el pecho, es un ataque directo a nuestro bienestar espiritual. Proverbios 12:25 nos dice: "La ansiedad en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra." Debemos buscar la "buena palabra", la palabra de Dios, para encontrar consuelo y fortaleza. En Juan 14:27, Jesús nos deja una promesa de paz: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." Esta paz sobrepasa nuestro entendimiento.