La Espada del Evangelio: No he venido a traer paz, sino espada

Mateo 10:34: "No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada."

Este versículo, a menudo malinterpretado, no se refiere a la violencia física, sino a la división espiritual que inevitablemente resulta de la proclamación del Evangelio. Jesús no llegó para establecer una paz superficial, sino una paz profunda y transformadora que requiere un cambio radical en el corazón del hombre. Este cambio genera conflicto.

Juan 15:18-20: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os dije: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me persiguieron, también a vosotros os perseguirán; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra."

Seguir a Cristo inevitablemente nos coloca en conflicto con el mundo y sus valores. El mundo ama lo suyo, y aquellos que se dedican a la justicia de Dios confrontan las injusticias y los pecados del mundo, generando oposición.

Efesios 6:17: "Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios."

La "espada" a la que se refiere Jesús es la verdad revelada en las Escrituras. Esta verdad expone la condición pecaminosa del hombre y lo llama al arrepentimiento y a la fe en Cristo. Esta confrontación con la verdad puede causar división y conflicto, separando a aquellos que aceptan el mensaje de aquellos que lo rechazan.

Filipenses 4:7: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."

A pesar del conflicto y la división que puede surgir, la paz de Dios está disponible para todos aquellos que ponen su fe en Cristo. Esta paz no es la ausencia de conflicto, sino la paz que viene de la reconciliación con Dios a través de Jesucristo, una paz que trasciende las circunstancias.