El pasaje continúa: "Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto." (Juan 15:2). Esta afirmación no es una amenaza, sino una invitación a la profunda comunión con Cristo. La "poda" a la que se refiere no es un castigo, sino un proceso de purificación y crecimiento, que nos permite producir frutos abundantes para la gloria de Dios. Para llevar fruto, debemos permanecer unidos a Él, alimentados por su Palabra y guiados por su Espíritu Santo. Debemos cultivar una vida de oración, obediencia y amor.