Nuestro Señor Jesucristo, en su infinita misericordia, cargó con nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias. Isaías 53:4-5 declara: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."
El mismo Jesús recorrió Galilea sanando a todos los enfermos, según Mateo 4:23: "Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo."