Hermanos y hermanas, en 1 Juan 4:1 leemos: "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." Este versículo nos llama a la diligencia, a la discernimiento espiritual. No podemos simplemente aceptar todo lo que se nos presenta como verdad divina. Debemos examinar cuidadosamente las enseñanzas y las acciones, buscando el fruto del Espíritu Santo. Gálatas 5:22-23 nos enumera este fruto: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." ¿Refleja la enseñanza o la persona que la imparte este fruto? Si observamos amargura, contienda, orgullo o manipulación, deberíamos cuestionar su origen.