El salmo continúa describiendo la fuerza incontenible de Dios: "Desde la eternidad eres tú, oh Jehová. Para siempre, oh Jehová, está asentado tu trono." (Salmo 93:2). Estas palabras enfatizan la eternidad de Dios, su existencia anterior a la creación y su perpetuidad sin fin. Su trono, símbolo de su autoridad y gobierno, está establecido para siempre, inamovible y eterno. Ninguna fuerza, ninguna circunstancia, puede sacudir su dominio.