Pero la santificación no es un fin en sí misma, sino un medio para un propósito mayor: el servicio a Dios y al prójimo. Mateo 28:19-20 nos da la Gran Comisión: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Nuestro llamado es ser instrumentos en las manos de Dios, llevando Su mensaje de esperanza y amor al mundo.