¿Qué nos ciega espiritualmente? A menudo, es el pecado, el apego a las cosas terrenales, y la falta de humildad. Como dice el salmista: "Los insensatos dicen en su corazón: "No hay Dios" (Salmo 14:1). Esta negación de Dios, esta ceguera voluntaria, nos aleja del camino de la salvación. También, el orgullo, nos puede oscurecer la visión espiritual, impidiéndonos reconocer nuestras propias fallas y nuestra necesidad de Dios. "Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Lucas 14:11).