Hermanos y hermanas en Cristo, la Biblia nos advierte sobre los eventos que precederán la segunda venida de nuestro Señor. Mateo 24:4-8 nos describe con detalle las guerras y rumores de guerras, hambres y terremotos en diferentes lugares. Estas no son meramente eventos mundanos, sino señales proféticas que indican el acercamiento del fin.
Además, 2 Timoteo 3:1-5 describe la naturaleza de los hombres en los últimos días: amor al placer propio, avaricia, soberbia, desobediencia a los padres, ingratitud, impiedad, etc. Estas características, tristemente, se manifiestan con creciente intensidad en nuestro mundo actual. No podemos ignorar estas señales, pues ellas apuntan hacia la culminación de la historia humana según la revelación divina.
El libro de Apocalipsis, aunque simbólico y lleno de imágenes, nos presenta escenas vívidas de eventos catastróficos y juicios divinos. Leerlo con oración y sabiduría, guiados por el Espíritu Santo, es crucial para comprender la magnitud de los eventos venideros. Recuerda, hermanos, que la profecía de la Biblia no se entiende para sembrar miedo, sino para prepararnos espiritualmente.
En medio de la incertidumbre de los tiempos finales, la palabra del Señor nos exhorta a la vigilancia espiritual (Mateo 24:42; 1 Tesalonicenses 5:6). No debemos ser sorprendidos como ladrones en la noche, sino permanecer alerta y firmes en nuestra fe, alimentados por la Palabra de Dios y fortalecidos por la oración.
Mantenernos fieles a los principios bíblicos, amando a nuestro prójimo y compartiendo el mensaje de salvación, es de suma importancia. Romanos 13:11-14 nos llama a desprendernos de las obras de las tinieblas y a vestirnos de las armas de la luz. El tiempo es corto, y nuestra responsabilidad es grande.
Aunque los tiempos finales nos presenten desafíos y pruebas, la esperanza cristiana reside en la promesa de la segunda venida de Cristo. 1 Tesalonicenses 4:16-17 nos da una vívida descripción del encuentro con el Señor en el aire, un momento de gloria y redención para los que creen. Esta esperanza nos sostiene y nos da fuerzas para enfrentar las dificultades del presente.
Por lo tanto, hermanos, no vivamos en el temor, sino en la confianza de la promesa de Dios. Mientras esperamos su regreso, dedicémonos a la oración, al estudio de la Biblia, y a vivir una vida que glorifique a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.