Los Principios del Llamado y los Talentos: Un Estudio Bíblico

Hermanos y hermanas en Cristo, el llamado de Dios no es algo que merezcamos, sino un acto soberano de su gracia. Él nos elige, como dice Efesios 1:4-5: " según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor". No se basa en nuestras capacidades o méritos, sino en su infinita misericordia y amor. Es un llamado a la santidad y a una vida dedicada a su servicio.

Responder a este llamado implica obediencia, como vemos en la vida de Abraham en Génesis 12:1-3: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra." La obediencia, aun cuando no entendamos completamente el camino, es fundamental para experimentar la bendición de Dios.

Una vez que recibimos el llamado, Dios nos equipa con talentos y dones espirituales, Mateo 25:14-30 nos cuenta la parábola de los talentos, donde el Señor confía a sus siervos diferentes cantidades de talentos para que los inviertan. No se trata de la cantidad de talento que recibimos, sino de la fidelidad en su uso. La negligencia o el entierro de nuestros talentos trae consecuencias.

1 Corintios 12:4-7 nos habla de la diversidad de dones espirituales: "Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho." Debemos identificar nuestros dones y usarlos para edificar el cuerpo de Cristo, para glorificar a Dios y para bendecir a los demás.

Finalmente, recordemos que daremos cuenta de cómo hemos usado los talentos que Dios nos ha dado. La parábola de los talentos enfatiza la importancia de la responsabilidad y la fidelidad. Debemos ser diligentes en el uso de nuestros dones para el avance del reino de Dios. Nuestro llamado no es solo una oportunidad sino una responsabilidad sagrada.