Aunque la venida de Cristo implica juicio y consecuencias para los impíos, para los que esperan en Él es motivo de gozo y esperanza. 1 Corintios 15:52 declara: "en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados." Esta esperanza gloriosa debe animarnos a perseverar en la fe, a mantenernos firmes en medio de las dificultades, y a proclamar la buena nueva de salvación a un mundo perdido.
1 Juan 3:2 nos asegura: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." Esta es la promesa maravillosa que nos espera: la transformación total, la comunión perfecta con nuestro Dios y Salvador.