Hermanos y hermanas en Cristo, el llamado al discipulado no es una invitación a un club exclusivo, sino una invitación a la vida misma en plenitud, tal como lo describe Jesús en Juan 10:10: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia." Ser discípulo no es una opción, sino una respuesta al amor abnegado de nuestro Salvador, quien nos amó primero (1 Juan 4:19).