El amor, como nos enseña 1 Corintios 13, es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia, no se jacta, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Este amor es el fundamento sobre el cual construimos nuestras relaciones y nuestra madurez espiritual. Sin amor, la verdad puede volverse hiriente y destructiva. El amor es el vehículo por el cual la verdad se comunica de forma efectiva y transformadora.