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La Bendición del Diezmo: Una Ofrenda de Obediencia y Abundancia

La Bendición del Diezmo: Una Ofrenda de Obediencia y Abundancia
El Diezmo en el Antiguo Testamento
Desde el principio, Dios estableció el principio del diezmo como una forma de reconocer Su soberanía y provisión. Levítico 27:30 dice: "Y todo diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, es del Señor; es cosa santa para el Señor". Este pasaje claramente establece la santidad y la pertenencia del diezmo a Dios. No era una sugerencia, sino un mandato divino para el pueblo de Israel.
Malaquías 3:8-10 nos advierte sobre las consecuencias de retener el diezmo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las primicias. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde."
El Diezmo en el Nuevo Testamento
Aunque el sistema del Antiguo Testamento se modificó con la venida de Cristo, el principio de la generosidad y de dar a Dios sigue siendo fundamental para los cristianos. 2 Corintios 9:7 nos exhorta: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad; porque Dios ama al dador alegre". Este versículo enfatiza la actitud del corazón en la ofrenda, más allá del porcentaje específico.
Lucas 6:38 dice: "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir". Este versículo nos recuerda el principio de siembra y cosecha, que se relaciona estrechamente con la generosidad y la ofrenda.
La Bendición de la Obediencia
El diezmo no es simplemente una transacción financiera; es un acto de adoración, obediencia y fe. Al diezmar, reconocemos a Dios como el dueño de todo lo que tenemos (Salmo 24:1), y expresamos nuestra gratitud por Su provisión. Este acto de fe abre la puerta a las bendiciones espirituales y materiales que Dios promete a aquellos que le obedecen.
En conclusión, el diezmo es una expresión tangible de nuestra fe y gratitud a Dios. No es un requisito legal para la salvación, pero es una práctica bíblica que refleja un corazón transformado por el amor de Cristo. Al obedecer este principio, nos abrimos a experimentar la abundante bendición de Dios en todas las áreas de nuestras vidas, reflejando una vida de generosidad y fe en su provisión.
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