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La Sanidad Divina: Un Don de Gracia

La Sanidad Divina: Un Don de Gracia
La Promesa de Sanidad
Nuestro Padre Celestial, en su infinita misericordia, nos ha prometido sanidad. Isaías 53:5 dice: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados." Esta promesa no se limita a la sanidad espiritual, sino que abarca también la sanidad física y emocional. Jesús mismo recorrió Galilea sanando a todos los que sufrían, demostrando el poder sanador del Reino de Dios (Mateo 4:23-24).
La Fe como Condición
La fe juega un papel fundamental en la recepción de la sanidad divina. Marcos 11:24 nos exhorta: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." La fe no es una fuerza mágica, sino una confianza plena en el poder y la fidelidad de Dios. Es una entrega completa a su voluntad, reconociendo que Él obra de acuerdo a Su perfecto plan y tiempo.
La Oración y la Intercesión
Santiago 5:14-15 nos instruye: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados." La oración ferviente, acompañada de la intercesión de otros creyentes, es un medio poderoso para recibir la sanidad divina. Es una manifestación de nuestra dependencia de Dios y una expresión de nuestra fe en su poder sanador.
La Voluntad de Dios
Es importante recordar que la sanidad divina, al igual que todas las cosas en nuestras vidas, está sujeta a la soberana voluntad de Dios. Romanos 8:28 nos asegura: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." Incluso en situaciones donde la sanidad física no se manifiesta, la sanidad espiritual y la paz de Dios siguen siendo presentes y son una poderosa fuente de fortaleza.
En conclusión, la sanidad divina es un regalo invaluable ofrecido por nuestro Padre Celestial. A través de la fe, la oración y la sumisión a Su voluntad, podemos experimentar la sanidad en todas las áreas de nuestras vidas. Busquemos siempre la dirección del Espíritu Santo y confiemos en el amor y el poder sanador de nuestro Dios.
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