Al encontrar a su amado, la amada se entrega por completo: "Apenas los había pasado, hallé al que ama mi alma; le agarré, y no le soltaré hasta que le meta en casa de mi madre, y en la cámara de la que me concibió" (Cantares 3:4). Este verso evoca la entrega total y sin reservas al amado, una entrega que refleja nuestra devoción a Cristo. Debemos aferrarnos a Él, manteniendo una relación íntima y constante, sin soltarlo nunca. Así como la amada lo condujo al hogar de su madre, debemos llevar a Cristo a nuestras familias, compartiendo la alegría de nuestro encuentro con Él.