Consideremos también el caso de José, quien, aun después de ser traicionado y encarcelado injustamente, mantuvo una fe inquebrantable y una actitud de gratitud hacia Dios. Su capacidad para perdonar y su perseverancia en la fe son un testimonio del poder transformador de la gratitud. (Génesis 41:37-44; Génesis 50:18-21).
Asimismo, recordemos a Pablo, quien, a pesar de sus sufrimientos y persecuciones, escribió desde prisión palabras de gratitud y esperanza. Filipenses 4:6-7 nos exhorta: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." Esta paz, solo posible por medio de la gratitud, es un regalo divino.