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No Tomes la Cena Indignamente

No Tomes la Cena Indignamente
El Sagrado Misterio de la Cena del Señor
Hermanos y hermanas en Cristo, nos congregamos hoy para reflexionar sobre un acto de profunda significación espiritual: la Santa Cena, el memorial de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. En 1 Corintios 11:20-22, Pablo nos advierte: "Así, pues, cuando os reunís, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen?". Estas palabras nos llaman a una seria introspección antes de participar en este sacramento.
El Significado del Cuerpo y la Sangre de Cristo
La Cena del Señor no es una mera ceremonia religiosa, sino una participación en el cuerpo y la sangre de Cristo, un acto de comunión profunda con nuestro Salvador. Como dice Mateo 26:26-28: "Y mientras comían, Jesús tomó pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.". Entendemos, por tanto, la inmensa solemnidad de este acto.
El Juicio y la Disciplina
Pablo continúa en 1 Corintios 11:29-32 advirtiendo: "Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen. Porque si nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo". Este pasaje nos recuerda que participar sin el debido arrepentimiento y autoexamen trae juicio y disciplina espiritual. Debemos examinar nuestras vidas a la luz de la cruz y asegurar nuestra disposición para recibir este inmenso regalo.
El Llamado al Arrepentimiento y a la Humildad
Antes de participar en la Santa Cena, debemos humillarnos ante Dios y examinar nuestro corazón. ¿Hay algún pecado sin confesar que nos separa de Él? ¿Estamos dispuestos a perdonar a los demás como Cristo nos ha perdonado? El Salmo 51:17 nos recuerda: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás". Solo con un corazón contrito y arrepentido podemos acercarnos dignamente a la mesa del Señor.
En conclusión, hermanos, la Cena del Señor es un privilegio sagrado, no un derecho. Aproximemonos a ella con reverencia, humildad y un corazón arrepentido, examinando nuestras vidas a la luz de la palabra de Dios. Que el Espíritu Santo nos guíe en este acto de profunda comunión con nuestro Señor y Salvador Jesucristo, amén.
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Comunión
Arrepentimiento
Examen
Discernimiento
Juicio
Cuerpo de Cristo
Sangre de Cristo
1 Corintios 11
Mateo 26
Salmo 51

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